Hipócrates y su escuela introdujeron el concepto de enfermedad como un fenómeno natural, gobernado por leyes observables del cuerpo humano y del entorno. Esta perspectiva marcó un antes y un después en la medicina, separando el arte de curar de la magia y el mito. Se promovía la observación minuciosa de los pacientes, el registro de los síntomas y la búsqueda de tratamientos que respetaran la integridad del cuerpo. En este marco, surgió lo que hoy conocemos como el Juramento Hipocrático, un conjunto de principios éticos que guiaría a los médicos a lo largo de los siglos.
Aunque no existe certeza absoluta de que Hipócrates haya redactado personalmente el juramento, se le atribuye su autoría dentro del Corpus Hipocrático, una colección de textos médicos y filosóficos que incluían enseñanzas sobre diagnóstico, tratamiento, ética y conducta profesional. El juramento, en sus versiones más antiguas, establece compromisos fundamentales: actuar por el bienestar del paciente, no causar daño deliberadamente, mantener la confidencialidad y transmitir los conocimientos médicos a la siguiente generación. Estas ideas formaron la base de la ética médica y, con el tiempo, se convirtieron en un símbolo universal de la responsabilidad profesional.
Durante la Edad Media, la medicina europea estuvo profundamente influenciada por la Iglesia y el pensamiento religioso. En este periodo, el Juramento Hipocrático sufrió modificaciones para adaptarse a los valores cristianos predominantes. Se incorporaron referencias explícitas a Dios, se reforzó la idea del servicio desinteresado y se promovió la humildad y la obediencia a principios morales y espirituales. Aunque estas adaptaciones modificaban algunos aspectos de la versión original, el núcleo ético permanecía: el médico debía actuar con responsabilidad, dedicación y respeto por la vida.
En paralelo, se preservaron y transmitieron los textos hipocráticos en monasterios y escuelas de medicina surgidas en torno a la Iglesia. Los monjes y eruditos copiaban cuidadosamente los manuscritos y los estudiaban, asegurando que el conocimiento médico antiguo no se perdiera. Esta labor de conservación fue crucial, ya que permitió que los textos de Hipócrates y otros autores griegos y romanos sobrevivieran hasta el Renacimiento.
El Renacimiento supuso un cambio radical en la aproximación a la ciencia y la medicina. El interés por los textos clásicos griegos y romanos llevó a médicos, filósofos y académicos a redescubrir las enseñanzas de Hipócrates, Galeno y otros pensadores antiguos. La imprenta permitió la reproducción masiva de los textos, democratizando el acceso al conocimiento médico.
Grabado bizantino del juramento hipocrático, siglo XII
En este contexto, el Juramento Hipocrático fue incorporado de nuevo en las universidades europeas, aunque adaptado a los valores humanistas y a la visión científica emergente. Durante esta época, se promovió la idea de que el médico debía estudiar al paciente en su totalidad: cuerpo, mente y entorno social. Se enfatizó la importancia de la observación directa, la recopilación de casos clínicos y la transmisión del conocimiento a los estudiantes de medicina. El juramento se convirtió en un recordatorio constante de que la práctica médica debía estar guiada por principios éticos, sin perder de vista la humanidad de quienes buscaban ayuda.
Con el advenimiento de la medicina moderna, la ética hipocrática se enfrentó a nuevos desafíos. La creciente especialización médica, la investigación científica y los avances tecnológicos transformaron la práctica clínica. La medicina dejó de ser un arte limitado a la experiencia empírica para convertirse en una ciencia basada en evidencia. Sin embargo, la necesidad de un marco ético sólido continuaba siendo indispensable. Durante el siglo XIX, se realizaron múltiples intentos de reformulación del Juramento Hipocrático, con el objetivo de adaptarlo a los nuevos contextos científicos y sociales. Universidades en Europa y América comenzaron a exigir que los graduados en medicina pronunciaran un juramento inspirado en Hipócrates, enfatizando la responsabilidad profesional, la confidencialidad y el respeto por la vida humana. Estos cambios aseguraron que, a pesar de la complejidad creciente de la medicina, los principios fundamentales del juramento siguieran vigentes.
Tras las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, la comunidad médica internacional reconoció la necesidad de actualizar los códigos éticos tradicionales. Los juicios de Núremberg revelaron que médicos habían participado en experimentos inhumanos y violaciones graves a los derechos humanos. En respuesta a todo esto, en el año 1948, la Asociación Médica Mundial adoptó la Declaración de Ginebra, un documento que reinterpretaba los principios del Juramento Hipocrático para la medicina moderna. La Declaración enfatizaba la dignidad del paciente, la igualdad en la atención médica y la obligación del médico de proteger la vida humana, independientemente de raza, religión o estatus social.
Posteriormente, en 1964, el médico y farmacólogo estadounidense Louis Lasagna redactó una versión moderna del Juramento Hipocrático que empezó a utilizarse en facultades de medicina de habla inglesa. Esta versión incorporaba la autonomía del paciente, la necesidad de basar las decisiones médicas en evidencia científica y el compromiso del médico con la actualización constante de sus conocimientos. La esencia del juramento —actuar con integridad, no causar daño y servir a la humanidad— permanecía intacta, demostrando la perdurabilidad de los principios de Hipócrates.
Más allá de su función práctica, el Juramento Hipocrático se convirtió en un símbolo de la ética médica y de la responsabilidad profesional. Su pronunciación en ceremonias de graduación de medicina es un rito que conecta a los médicos contemporáneos con siglos de tradición. Cada palabra del juramento refleja un compromiso profundo con la vida, la ciencia y la sociedad. El juramento también ha influido en debates sobre bioética, investigación médica y derechos del paciente. Conceptos como la confidencialidad, la no maleficencia, la beneficencia y la justicia encuentran en Hipócrates su origen conceptual.
Incluso en contextos donde se han desarrollado códigos éticos alternativos, como la Declaración de Helsinki o las guías de ética clínica moderna, se reconoce la influencia del juramento original. A lo largo de los siglos, el Juramento Hipocrático ha estado vinculado a diversas historias y anécdotas que muestran su impacto cultural. Por ejemplo, se cuenta que, en muchas universidades europeas del siglo XIX, los estudiantes de medicina debían pronunciar el juramento ante una imagen de Hipócrates, mientras sosteniendo instrumentos médicos simbólicos. Esta ceremonia servía no solo para formalizar el compromiso ético, sino también para reforzar la identidad profesional y la conexión con la historia de la medicina. Otra curiosidad es que el juramento ha sido objeto de interpretaciones y adaptaciones en distintas culturas. En algunos países, se incluyeron referencias a principios religiosos locales, mientras que en otros se enfatizó la importancia de la igualdad social y el acceso universal a la salud. Esta flexibilidad ha permitido que el juramento sobreviva y permanezca vigente, adaptándose a contextos históricos y sociales cambiantes.
En el siglo XXI, el Juramento Hipocrático sigue siendo relevante, aunque los desafíos médicos se han transformado. La medicina moderna enfrenta dilemas complejos: investigación genética, inteligencia artificial en diagnóstico, decisiones sobre final de vida y pandemias globales. Aun así, los principios esenciales del juramento —integridad, compromiso con la vida y respeto por el paciente— proporcionan un marco ético sólido que guía la práctica médica en estos contextos. Graduados de medicina de todo el mundo continúan pronunciando versiones adaptadas del juramento. En algunos casos, estas versiones incluyen compromisos explícitos con la sostenibilidad ambiental, la justicia social y la colaboración internacional, mostrando que la esencia del juramento puede coexistir con los valores contemporáneos. El Juramento Hipocrático ha sobrevivido varios milenios, desde la Grecia antigua hasta el presente, porque encarna principios universales que trascienden el tiempo, la geografía y la cultura. Su historia no solo refleja la evolución de la medicina como ciencia, sino también la construcción de la ética profesional y la responsabilidad social de los médicos. Desde sus raíces en la isla de Cos, pasando por adaptaciones medievales y humanistas, hasta las versiones modernas en facultades de medicina de todo el mundo, el juramento sigue siendo un faro que guía a quienes se dedican a cuidar la vida humana.
En un mundo donde la tecnología y la ciencia avanzan a un ritmo vertiginoso, recordar las enseñanzas de Hipócrates resulta fundamental. La medicina no solo requiere conocimiento y habilidad técnica, sino también integridad, empatía y un compromiso ético profundo. Por ello, el Juramento Hipocrático permanece vivo: no solo como un texto histórico, sino como un pacto que une a generaciones de médicos alrededor del mundo en un objetivo común: preservar la vida, aliviar el sufrimiento y servir a la humanidad con honor y responsabilidad.
Juramento Hipocrático en griego antiguo
Ὅρκον Ἱπποκράτους
Ἱερὰν ὑπόσχεσιν ἀποτίθεμαι Ἀπόλλωνι ἰατρῷ, Ἀσκληπιῷ, Ὑγιείᾳ καὶ Πανάκειᾳ, καὶ θεοῖς καὶ θεαῖς πᾶσιν ἐπικαλοῦμαι ἐπίκληρον:
Ἐν πρώτοις διδασκάλῳ ὑμῖν, ὡς πατρί, τὴν τέχνην ἐπιστήσομαι καὶ μαθητὰς ἐξεπαιδεύσω ἀνεξαρτήτως μισθοῦ.
Ἐφ᾽ ὠφελείᾳ τῶν ἀσθενούντων ἐφαρμόσω τὰς θεραπείες κατὰ δύναμιν καὶ κρίσιν· καὶ κακόν τε καὶ ἀδίκημα ἀποφεύξομαι.
Οὐ δηλητήριον δώσω οὐδενὶ, οὐδὲ αἰμορραγίαν ἐπιφέρω· οὐ μὴ ἀμβλώσω γυναῖκα.
Τὰ δὲ ἰατρικὰ μυστήρια οὐκ ἐξευρῶ οὐδὲ ἀποκαλύψω.
Juramento Hipocrático Clásico
“Juro por Apolo médico, por Asclepio, por Higía y Panacea, y por todos los dioses y diosas, poniendo por testigos que cumpliré, según mi poder y mi juicio, este juramento y este pacto:
- Considerar a quien me enseñó este arte como a mis padres, compartir mis conocimientos con mis discípulos sin retribución y enseñarles este arte.
- Aplicar los regímenes para el beneficio de los enfermos según mi capacidad y juicio; evitar todo mal y toda injusticia.
- No administrar veneno a nadie, ni sugerirlo; no inducir a una mujer al aborto.
- Mantener mi vida y mi arte sin corrupción; no practicar la eutanasia.
- Mantener en secreto todo lo que vea o escuche en la práctica médica, considerando todo esto confidencial.”
Juramento Hipocrático Moderno (Louis Lasagna, 1964)
“Considero la medicina como una vocación y no solo como un oficio. Me comprometo a dedicar mi vida al servicio de la humanidad.
- Otorgaré a mis maestros y colegas el respeto que merecen y compartiré mis conocimientos con generosidad.
- Practicaré mi arte con conciencia y dignidad, y ante todo, no causaré daño intencionadamente.
- Mantendré respeto por la autonomía del paciente y protegeré su confidencialidad.
- Respetaré los secretos de aquellos que confían en mí, y haré todo lo posible para aliviar el sufrimiento.
- Reconozco los límites de mis conocimientos y me comprometo a actualizarlos constantemente, procurando siempre el bienestar de los enfermos y el progreso de la ciencia médica.”
Música del capítulo
Sound Of Freedom - Cinematic
Ryan Rad - Ancient Greek Lyre - Oracles of the Pythia
Para leer más
01. Sánchez-Salvatierra, J.M., & Taype-Rondan, A. (2018). Evolución del Juramento Hipocrático: ¿qué ha cambiado y por qué?. Revista Médica De Chile, 146(12).
02. Eraso-López J. (2016). El Juramento Hipocrático y la declaración actual. Asociación Nacional de Médicos de Colombia. Disponible en:
03. Remis, J. A., (2009). Pasado y presente del juramento Hipocrático Análisis de su vigencia. Revista Argentina de Radiología, 73(2), 139-141. Disponible en:
04. Zanetta-Brener P., Lichtenstein A. (2022). Juramento de Hipócrates: un análisis crítico. Rev. bioét. (Impr.) 30(3):516-24. Disponible en:
05. Davey, L.M. (2001). The Oath of Hippocrates: An Historical Review. Neurosurgery, Vol. 49, No. 3. Disponible en: