viernes, 30 de julio de 2021

James Lovelock, la mente detrás de Gaia



James Lovelock es un científico inglés independiente, también meteorólogo, escritor, inventor, químico atmosférico y ambientalista, que resulta famoso principalmente por la Hipótesis Gaia, que visualiza a la Tierra como un sistema autorregulado. En la década del 2000, Lovelock propuso un método de ingeniería climática para restaurar las algas que consumen dióxido de carbono. Además en contraposición a las ármas nucleares, Lovelock promueve un uso pacífico de la energía nuclear como único recurso para disminuir el abuso de los combustibles fósiles y evitar que el sistema atmosférico llegue a un punto sin retorno que lo desestabilice. 
 
James Lovelock es autor de aproximadamente 200 artículos científicos, distribuidos casi equitativamente entre temas de medicina, biología, ciencia instrumental y geofisiología. Ha desarrollado más de 50 patentes, en su mayoría de detectores para uso en análisis químicos. Uno de ellos, es el detector de captura de electrones, el cual fue importante para el desarrollo de la conciencia ambiental moderna. Con este sensor se reveló por primera vez la distribución ubicua de los residuos de pesticidas y otros compuestos químicos que contienen halógenos.  Esta información permitió a la biólogoa marina Rachel Carson escribir su libro Primavera silenciosa, considerado el precursor de la toma de conciencia medio ambiental.

Lovelock es considerado el creador de la hipótesis Gaia y ha escrito cuatro libros sobre este tema: Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra en el año 1979); Las edades de Gaia en 1988; Gaia: una ciencia para curar el planeta de 1991 y Homenaje a Gaia. La vida de un científico independiente en el año 2000. La Tierra, según Lovelock, se comporta como un superorganismo formado por toda la materia viva y la materia medio ambiental. Cuando su mente esbozó por vez primera esta teoría, en la década de 1970, la gente de todo el mundo la hizo suya, y en poco tiempo Gaia pasó de ser un tema marginal al primer plano de la investigación científica. 

El principal interés de James Lovelock se centra en las Ciencias de la Vida, en un inicio a través de la investigación médica y, más recientemente, en relación con la Geofisiología, la ciencia de los sistemas de la Tierra. Su segundo ámbito de interés, el del diseño y desarrollo de instrumentos, ha interactuado a menudo con el primero para su beneficio mutuo. Su lista particular de inventos es capaz de llenar la mitad de una exposición en un Museo de Ciencia, donde gran parte del protagonismo se lo lleva el famoso detector de captura de electrones, el ingenio usado en la cromatografía de gases y que sirvió para descubrir el papel de los clorofluorocarburos en la destrucción de la capa de ozono

La aparición de la teoría de Gaia, de Lovelock fue cuestionada hacia sus inicios y aún hoy en día, aunque sin duda esta hipóteis se considera un aporte vital que permitió una aproximación más holística a la concepción del planeta, y que resultó ser fundamental para entender la complejidad de los ciclos terrestres y así poder entrarle de frente a esa asignatura tan polémica llamada «ciencia del clima».

Lovelock se sigue considerando «verde a la vieja usanza», aunque arremete contra una facción del ecologismo, esto según sus palabras «por haberlo convertido en una religión». Su rabiosa independencia, asegura, le permite desmarcarse y desdecirse todas la veces que haga falta, si alguien le convence de que ha cometido un error, pues según él “así es como avanza la ciencia”. Famoso además por las críticas hacia la mayoría de los ecologistas, considerando que estos “no sólo desconocen la ciencia, sino que además la odian”.

Según Lovelock si la humanidad puede evitar las amenazas que representan los asteroides, en el próximo siglo la misma renacerá de una manera muy diferente a la actual, aunque no necesariamente peor. Define una nueva era que sigue al Antropoceno el «Novaceno», y en su último libro, Lovelock relata cómo la inteligencia artificial dominará el mundo, si bien aún necesitará de los humanos. Las máquinas son criaturas que básciamente viven en la inteligencia artificial y serán menos dependientes de la química o la física, como nosotros. 

Lovelock está convencido de que, de aquí a pocos decenios, la población humana será diezmada por la catástrofe climática, y sólo quedará un resto de humanidad viviendo en condiciones lamentables en unas pocas zonas todavía habitables del planeta, alrededor del Círculo Polar Ártico. En esas condiciones, tras haberse perdido la batalla por «una humanidad libre en una Tierra habitable» y plantearse sólo una supervivencia en malas condiciones, el científico británico propone extremar los rasgos prometeicos de la tecnociencia: alimentos sintéticos procedentes de la industria química y biotecnológica, electricidad a partir de la energía nuclear de fisión.

Hoy nuestra máquina del tiempo nos lleva a un viaje, 102 años atrás en la inglaterra de la post gran guerra, concretamente hacia Letchworth Gardens en Hertfordshire, donde daremos un vistazo de cerca a la vida y obra de este gran científico independiente, activo ecologista, Doctor Honoris Causa de numerosas universidades de todo el mundo, considerado desde hace muchas décadas como uno de los principales líderes ideológicos, sino el principal, de la historia del desarrollo de la conciencia medio ambiental. 

Música del capítulo

Lorne Balfe - His Dark Materials - Main Theme Extended
Giorgio Moroder - Theme From Midnight Express 1978
Stayin Alive - Bee Gees - 8 Bit Universe
Divididos – El Arriero

Enlaces

Charlson, R., Lovelock, J., Andreae, M. et al. Oceanic phytoplankton, atmospheric sulphur, cloud albedo and climate. Nature 326, 655–661 (1987). Disponible en: 
https://climate-dynamics.org/wp-content/uploads/2016/06/charlson87a.pdf

LOVELOCK, J. Atmospheric Fluorine Compounds as Indicators of Air Movements. Nature 230, 379 (1971). Disponible en: https://doi.org/10.1038/230379a0
 

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